“Tú lo que estás viendo en un cerdo volando, tú lo que estás viendo… ¡es un cerdo volador!”, esta canción, que probablemente recuerda todo el mundo, inspiró a una compañía de cerveza para un spot publicitario, pero los fundadores Acornseekers se atrevieron a llevarlo literalmente a la realidad. Sergio Marsal y Manuel Murga son dos emprendedores españoles que un día decidieron embarcar a 145 hembras de cerdo ibérico y 5 “afortunados” machos en un avión que les llevaría volando hasta una dehesa perfecta en Texas (EEUU). Ahí fue como comenzó una aventura pionera y de gran valor para nuestro país: introducir la cultura del cerdo ibérico directamente en América del Norte.
Sergio recuerda que la idea de crear este negocio surgió paralelamente en la mente de ambos y el destino quiso que ambos se encontraran y la hicieran realidad. “Sin conocernos aún, en momentos y lugares diferentes, pero con un mismo sueño. Una amiga común les presentó tras conocer su inquietud mutua y, a partir de este momento, se pusieron “manos a la obra de inmediato, cual dos imanes”.
Hubo muchos focos de inspiración, pero destacan el caso de los primeros vinicultores que llevaron a Napa Valley (California) las primeras cepas vivas desde Francia. Si el vino francés se hizo realidad en EEUU, ¿por qué no probar suerte con el producto estrella de nuestra gastronomía? Y, efectivamente, esto fue lo que hicieron.
Los CEO de Acornseekers se marcaron el objetivo de “introducir la cultura del cerdo ibérico y su gastronomía en el mejor mercado del mundo”, afirma Marsal. Con este proyecto, la empresa puede vender de forma directa, reduce las trabas burocráticas y aduaneras, y aumenta la capacidad de comercialización de productos españoles en el mercado estadounidense. Así evitan la obligación de pasar una gran cantidad de controles y el alto coste fiscal de las operaciones de comercio internacional.
FASES DEL NEGOCIO Y BÚSQUEDA DE INVERSIÓN
Sergio Marsal y Manuel Murga ya han recogido los primeros frutos de su negocio, pero para llegar a ver dichos resultados han tenido que pasar por varias fases de desarrollo. En primer lugar, la empresa tuvo que esperar a que se cerrara un protocolo de importación-exportación porcina entre los EE.UU y la UE, ya que son los pioneros. El siguiente reto al que se enfrentaron fue el de esquivar “los impedimentos de todo tipo” que se encontraron… ¡en España! Una vez resuelto lo anterior, el proceso continuó con la activación de una logística de cuarentenas, transporte aéreo y terrestre y de animales vivos de largas distancias. Por último, los fundadores tuvieron que llevar a cabo la selección, localización y preparación de la granja para su definitiva instalación en Flatonia (Texas). En la actualidad, “terminada la temporada de sacrificios”, la empresa se encuentra en plena campaña de lanzamiento comercial y de marketing. “Es un momento apasionante”, asegura el emprendedor español.
Los ahorros con los que contaban los dos emprendedores fue el único dinero con el que comenzó a gestarse la empresa. En 2013, cinco inversiones se interesaron en el proyecto y aportaron capital. “Compartieron nuestra visión, para luego compartir también nuestro entusiasmo”, dice Marsal. “Llevamos 7 años trabajando en este proyecto y una inversión de más de 3 millones de dólares en total”.
El siguiente reto al que la compañía se enfrenta es una importante inversión en instalaciones que se destinarán al secado y el procesamiento de carne en Columbus (Texas). Esto supone “dos años más de arduo trabajo para introducir en el mercado americano ‘the best acorn fed ibericus ham’ (el mejor jamón ibérico de bellota)” y una nueva necesidad de inyección inversora para “seguir haciendo las cosas con los más altos estándares de calidad como hemos realizado hasta la fecha”.
Para esta nueva fase de capitalización, Acornseekers ha lanzado una campaña de micromecenazgo a través de la plataforma kickstarter.com. Mediante este sistema online, cualquier persona puede aportar su granito de arena con una donación vía online y desde cualquier país. La contribución económica puede ser cualquier cifra: “No existen aportaciones pequeñas, todas resultan de nuestro máximo respeto y admiración”, afirma Marsal.
En Estados Unidos, para agradecer este tipo de apoyo, las empresas tienen por costumbre obsequiar a estos pequeños y grandes inversiones y, como no podía ser de otro modo, Acornseekers también lo hará. En función de si el inversor vive en EEUU o en otra parte del mundo y de la cantidad que éste aporte al proyecto, recibirán en sus casas diferentes regalos. Desde una gorra o un polo Acornseekers para las aportaciones más bajas, hasta una estancia de dos días con los fundadores en Flatonia (Texas) para conocer todas las instalaciones, en el caso de las aportaciones más altas. La iniciativa ya cuenta con 71 patrocinadores y 11.613 $ y continúa creciendo.
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