Las diferencias culturales entre el norte y el sur de Europa son un hecho y trasladar a una española de su ecosistema natural al centro de Múnich es la mejor forma de comprobarlo. Tras su mudanza por trabajo a Alemania, Carla define su nueva vida como “un choque cultural y lingüístico bastante grande“.
La gastronomía es uno de los primeros trances que hay que superar. “Para los españoles el almuerzo es la comida fuerte, pero es algo sólo nuestro. Aquí se preparan un sándwich para comer y a las siete ya están cenando, como mis compañeros de piso. Y yo les acompaño comiéndome una galleta”. Pero los horarios no son el único quebradero de cabeza: “Si comes fuera o pides salchichas con ensalada de patatas o pides salchichas con ensalada de patatas. La gastronomía es desastrosa, comen muy mal y el menú es muy reducido. En una mini visita a España mataba por unas bravas…”
También rechinan las distintas mentalidades, con características contrapuestas. “Las cosas aquí son como son y no hay más posibilidades. Aunque te expliques o busques alternativas, son muy cuadriculados. Lo cual demuestra también porque les funcionan las cosas como le funcionan. Son muy exactos, muy estrictos y eso tiene su parte buena y su parte mala”. Carla considera que “los españoles no estamos hechos para ser tan cerrados, somos más de: ‘¿hay una norma? Te la puedes saltar”. “Somos más pasotillas, así nos va con nuestro gobierno y nuestro país, para nosotros todo es más relativo”.
Además Múnich es una ciudad muy multicultural pero no hablan inglés, inconveniente que, en parte, le recuerda a España. “Me insistieron en que todo el mundo lo dominaba. Y no. Mi experiencia en unas semanas es que casi nadie lo habla”. Aunque por las calles ve muchos turcos, serbios, italianos, etc., observa que el inglés no se ha extendido. “Al preguntar en una tienda si lo hablan, te dicen “a little, a little…” y ‘little’ es mal”. Tuvo que recurrir a dos sucursales para poder abrir una cuenta corriente y sólo al segundo intento una trabajadora hablaba inglés. “¿Qué en España estamos regular de inglés? Aquí lo mismo“.ara nosotros todo es más relativo”.
Algo que le llamó la atención fue su instinto por preservar totalmente su cultura y su idioma, pero también lo agradecidos que son cuando lo aprendes y te adaptas. “Valoran muchísimo que lo intentes, agradecen el esfuerzo y cuando tratas de comunicarte en alemán son muy comprensivos, muy agradables, incluso aunque chapurrees”. También nota que la gente vive BIEN, en mayúsculas. “A pesar del frío salen a jugar a los parques, a correr, tienen tiempo para hacer las cosas. No es como en España que terminamos de currar a las 21.30 y al terminar no hay ganas de más. Trabajan mucho, pero con horarios mejores, más intensos y más centrados. Es otro nivel de vida”.
Para quienes están pensando en marcharse, aconseja que las diferencias no paren a nadie. Al contrario, que “no se cierren a nada, sean muy abiertos, le echen un par y no dejen de buscar aprender de todo”. Y si se duda entre vivir solo o acompañado, recomienda decantarse por tener un compañero de camino, sea autóctono u otro expatriado: “Los primeros meses pueden ser muy solitarios y está bien tener a alguien y no vivirlo todo solo, tanto lo bueno como lo malo”.
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