Reconstruyendo el legado del arquitecto Lafuente en Shanghai


Fascinación, intriga, descubrimiento y arte. Son ingredientes suficientemente atractivos para que una historia merezca ser recuperada y revivida. Es lo que pensó, y sintió, el valenciano Álvaro Leonardo, cofundador del estudio Polifactory, al encontrar a su llegada a Shaghai la primera huella del arquitecto Abelardo Lafuente (1871-1931). Fue en una noticia sobre españoles en China, un hecho “totalmente casual” que, sin embargo, se convirtió en un inquietante enigma porque “nadie aquí había escuchado su nombre”.

Leonardo se embarcó entonces en una investigación que le llevó a documentarse a través de los archivos españoles y chinos, y a contactar con los descendientes del arquitecto madrileño. Así descubrió que Abelardo Lafuente firmó más de cuarenta proyectos en Shanghai, todos ellos durante los años 20, la época dorada de la ciudad. “Ha sido muy complicado, a base de casualidades, coincidencias y mucho empeño porque no hay nada documentado y es difícil encontrar edificios históricos porque la cultura china no es muy dada a la conservación del patrimonio”, relata el joven profesional que desde 2009 reside en el país asiático.

Esta falta de conservación urbanística, unida al desarrollo económico, ha provocado que solo queden en pie seis inmuebles con el sello de Lafuente: la Sede Social del Club Judío (1917), las Oficinas y Garaje para Star Garage Co. (1918), la Mansión Rosenfeld (1921), la Sala de Baile del Hotel Astor (1923) y una mansión y un apartamentos para Antonio Ramos, el español que se convirtió en el gran contratista y benefactor del arquitecto y que, después de hacer fortuna en China, volvió a casa para contribuir a la construcción del Cine Rialto de la Gran Vía madrileña. De hecho, el magnate, apelado entonces como “el rey de los cines”, está considerado el introductor del séptimo arte en Shanghai y dos de sus siete salas fueron también levantadas por Lafuente con un marcado estilo morisco y con la Alhambra como principal fuente de inspiración.

Lamentablemente, la piqueta ha acabado con todo rastro de aquellos edificios y resulta casi imposible ubicarlos en el antiguo mapa de la ciudad. Solo la persistencia y la dedicación del tiempo libre a los archivos municipales han permitido a Leonardo realizar su último hallazgo: localizar el teatro Olympic –reutilizado para pasar proyecciones-, después renombrado como Embassy. Ésta fue una de las primeras salas abiertas en China, ya que, según las estimaciones, data de 1914. Como tanto patrimonio, este inmueble fue demolido a finales de los años ochenta y en su lugar se ha erigido una torre de oficinas, según relata Álvaro Leonardo, que pretende continuar las investigaciones y desentrañar toda la trayectoria del madrileño en la ciudad.

Mientras tanto, aquellos interesados en conocer de cerca el legado pueden visitar los seis emplazamientos actuales en la ciudad y asistir a los eventos que se organizan para difundir la figura del español, como ocurrió durante la exposición universal de 2010 y la semana pasada en una conferencia en la Biblioteca Miguel de Cervantes. Otro hito importante fue la exposicion conmemorativa que el estudio Polifactory organizó, diseñó y construyó en diciembre en el Bund de Shanghai (apoyada por Consulado, Cervantes y Tiles of Spain, además de la East China Normal University). La muestra tuvo muy buena acogida por ser de las pocas producidas en la ciudad y por su diseño vanguardista tan relacionado con la cultura china, puesto que el concepto se basaba en lamparas chinas flotando en el ambiente y escondiendo los secretos del único arquitecto español de la perla de Oriente de los años 20. Los detalles pueden verse en el blog del estudio, así como el trabajo realizado por arquitectos y diseñadores gráficos.


Más información y contacto: Polifactory