Los Ampelmännchen españoles toman la ciudad de Berlín


Cuando desembarcó hace seis años en Berlín, el turismo era una industria menor y el español, un tipo de visitante minoritario. Ricard Camps llegó por amor a una ciudad en plena transformación y con una una fecha límite marcada en el calendario: “Si en nueve meses no encuentro un trabajo estable, me vuelvo a Barcelona”. Eran años buenos en España y la mudanza con Tonia, su novia alemana desde entonces, era una aventura tan inquietante como apetecible. Pero el destino le puso a prueba hasta el final y las puertas de Berlín no se le abrieron hasta que faltaba una semana para el final del plazo.

Los Ampelmännchen españoles toman la ciudad de BerlínConsiguió trabajo como guía para una empresa española que quería abrirse paso en el mercado hispanohablante. La demanda empezó a crecer, Ricard veía claro el potencial y su camino se cruzó con el de Maria Miguel, también catalana y licenciada en Filología Germánica que había llegado al país para mejorar su alemán. Recaló concretamente en Berlín, donde residía su novio y empezó a trabajar en una empresa, pero empezó a “echar de menos las visitas, el contacto con el público y el mundo del turismo”. En la cabeza de ambos empezó a tomar forma una idea, un negocio, una oportunidad… “La motivación fue realmente el borde de la desesperación. Verme con 26 años aburrida, sufriendo jornadas larguísimas me hicieron plantear un cambio de rumbo y quedé para tomar un café con Ricard en el momento que más lo necesitaba”.

La urgencia se unió a las ganas de ambos y así el negocio no tardaría mucho en hacerse realidad. El 1 de marzo de 2008 nacía Cultourberlin, un receptivo especializado en el turismo de habla española. Así fue como ambos se convirtieron en los primeros emprendedores españoles de la nueva era berlinesa, que no solo atrae a jóvenes en busca de trabajo, sino también a profesionales veinteañeros y treintañeros en busca de un entorno de negocios próspero. “Estudiamos el mercado, consultamos a profesionales, nos apoyaron familia y amigos y nos lanzamos con el proyecto”, recuerda ahora Maria, que reconoce, como en toda startup que la elección socio fue un aspecto crucial. “Decidirme hacerlo con él…fue realmente confianza a ciegas. Yo sabía que era un buen currante, y no me equivoqué. El resto estaba todo por descubrir, pero sin saberlo ninguno de los dos, la química funcionó”.
Desde entonces, el equipo de guías de Cultourberlin, formado por hasta 25 personas en temporada alta, ha abierto los ojos y la conciencia de la antigua capital de la RDA a más de 100.000 turistas. Y en Mundo Spanish nos unimos a ellos en una jornada ventosa de diciembre, siguiendo el dedo de Ricard que marca la próxima etapa, escuchando retazos de un pueblo y una historia marcados por doce años de nazismo y reflexionando en busca de explicaciones racionales y redenciones morales.

Los Ampelmännchen españoles toman la ciudad de Berlín“Esta ciudad no es París o Roma”, sostiene Ricard. La historia no está escrita en edificios de piedra y los vestigios del gran imperio que un día fue la dinastía prusiana se perdieron casi por completo en el siglo XX. El 80% de la ciudad quedó devastada por la segunda Guerra Mundial o por el deseo posterior de los berlineses de borrar rastros de la ignominia dictatorial. Berlín hay que buscarlo en la gente, en el conflicto moral y social, en su vergüenza, en las actas con nombres tachados de la Stasi, en sus esfuerzos por reconciliarse con los judíos, con los homosexuales, con los gitanos…Es un pueblo que no deja de pedir perdón después de sufrir dos grandes y duras derrotas y un no menos crudo periodo de entreguerras que insufló al Nacional Socialismo. “Lo que más le gusta al español es que al final del tour puede entender mejor al alemán”.

Después de casi cinco años, Cultourberlin ofrece ya seis rutas en la ciudad y se acaba de expandir a Munich, con Cultourmunich, en respuesta a la demanda de las propias agencias como altenativa a la oferta existente anclada en la vieja escuela y donde centrará sus esfuerzos en 2013. Los grupos nunca pasan de 20 ó 25 personas, incluso en épocas de gran afluencia, como en Semana Santa. “Ésta es nuestra filosofía”, al español no le gusta parecer un borrego cuando contrata una excursión y el trato es tan cercano y familiar que parece la ruta la hacemos con un amigo en el extranjero. Ahí está la clave del éxito del negocio: comprender al turista español, interesarse por su región de origen, saber que valora como nadie un café a medio camino, que le gusta conocer la historia pero también los guiños a los cotilleos, que le orienten sobre dónde comer mejor o beber una cerveza artesanal, que le hablen de política y cuestionen al alcalde de Berlín, que le dejen preguntar dudas y hasta entablar pequeños debates; que hablen no el mismo idioma, que hay 500 millones en el mundo sino la misma lengua, que no pasa de cincuenta.


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