Por Astrid Moix, directora de Glocal Talent y colaboradora de nuestro panel de expertos
En las relaciones sociales y profesionales entre personas de diferentes países a menudo se producen malentendidos que van más allá de las carencias lingüísticas. Dominar el idioma de nuestro interlocutor internacional es el primer paso para lograr el entendimiento, pero en muchos casos eso no nos garantiza que nuestro mensaje sea interpretado de la forma adecuada. Todos hemos experimentado situaciones en las que, incluso hablando el mismo idioma, se han producido errores de comunicación graves y las causas están en los distintos códigos comunicativos y formas de procesar información de cada cultura.
Por lo tanto, si queremos evitar esos fracasos y a la vez conseguir una mayor eficacia en nuestra comunicación con socios, colegas o clientes extranjeros, aconsejaría tener siempre en cuenta tres recomendaciones básicas:
1.- Observar:
Prestar especial atención a la comunicación no verbal y ajustar nuestra expresividad a la de la audiencia. El ritmo y el tono de la voz, la gesticulación, el contacto visual o el significado de los silencios son algunos de los aspectos en los que las culturas difieren y es aconsejable informarse antes sobre ello. También sobre cuestiones como el uso del espacio, la distancia física que se considera correcta entre dos interlocutores o si es o no aceptable el contacto físico en una conversación. En caso de duda es conveniente ser prudente y contenido, tanto en el lenguaje corporal como en la manifestación de emociones.
Por otro lado, se aconseja ser muy cuidadoso en el uso de la ironía y el sentido del humor. Los chistes y refranes no solo son difícilmente traducibles, sino que pueden ser mal interpretados e incluso resultar ofensivos en otros países, por lo que mejor evitarlos.
2.- Reflexionar
La empatía y la inteligencia emocional son cualidades importantes en cualquier relación interpersonal. Sin embargo, en un contexto internacional, esos atributos son condición necesaria, pero no suficiente. La clave para una comunicación intercultural verdaderamente exitosa exige una reflexión previa sobre los valores culturales propios y sobre el estilo comunicativo con el que nos sentimos más cómodos. A partir de ahí tenemos que entender el impacto que éste produce en los demás y valorar el grado de flexibilidad que somos capaces de incorporar en él, para conseguir generar confianza en nuestro interlocutor.
3.- Contrastar:
Intentar exponer nuestros argumentos con claridad, utilizando frases cortas y evitando tecnicismos, en especial si estamos en un entorno profesional. No asumas que te entienden: si tu mensaje es importante o estás en una negociación, resume siempre los puntos tratados y aclara el nivel de consenso alcanzado en cada uno de ellos, para estar seguro de que han sido comprendidos y aceptados. Ten en cuenta que en muchas culturas la desaprobación o el desacuerdo se manifiestan de una forma muy sutil, por lo que hay que saber no sólo leer, sino también escuchar entre líneas para poder distinguir una manifestación de cortesía de un verdadero compromiso.
Finalmente, y como complemento de todo lo anterior, no te olvides de desarrollar tu competencia intercultural, una habilidad que te resultará muy útil para identificar y comprender adecuadamente las actitudes y expectativas de tus interlocutores foráneos y poder así transmitir tu mensaje de manera óptima.
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