¿Cuánto puede transformarse el panorama económico mundial en 20 años? En 2033, las grandes potencias (EEUU, UK, Alemania y Japón entre otras) habrán perdido peso, ningún estado ejercerá un liderazgo claro y el poder no estará concentrado en unos pocos países. En consecuencia, se formarán nuevos bloques regionales -de carácter económico y político– que competirán entre sí y tenderán a proteger sus propios mercados e impulsar, al tiempo, flujos de inversión directa. En este escenario, España saldrá favorecida como puente de unión entre la región europea y la zona de América Latina.
Estas son las conclusiones que se extraen del informe España en el mundo en 2033, elaborado por PwC y el Centro de Economía y Geopolítica Global de Esade (ESADEgeo). Esta publicación está englobada en la colección ‘España 2033’, una iniciativa del programa Crecimiento Inteligente que reúne varios documentos con los que anticipar el futuro para tomar hoy las decisiones que afectarán a nuestro mañana.
Otra de las características de este nuevo contexto geopolítico son las grandes regiones que surgirán (Brasil y México; China, India y Japón; Nigeria y Sudáfrica; Arabia Saudí e Irán; Turquía y Rusia; EE.UU y Canadá y la Unión Europea, entre otras) y la proliferación de los acuerdos comerciales bilaterales, además del crecimiento del comercio intrarregional y el proteccionismo.
Europa, económicamente más cohesionada que en el presente, será una de las áreas más relevantes. Para entonces, la unión monetaria, bancaria y fiscal será toda una realidad, pero no la política, y Alemania destacará como la potencia más influyente. Dentro de este escenario España tratará de posicionarse en el mundo como receptora de talento, haciendo valer su condición de quinta economía de la Unión Europea, sus infraestructuras de alta calidad; su atractivo cultural, su estilo de vida y su idioma.
Además, será capaz de paliar los efectos negativos de la limitación del comercio mundial mejor que otros socios europeos gracias a que Latinoamérica y la Unión Europea serán el principal destino de nuestras exportaciones. Es este doble perfil europeo y latinoamericano el que reforzará el papel y la importancia de España como mediador entre los nuevos bloques regionales.
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