Por J.Diego Manzanera, de Gulf Business Consulting y colaborador del panel de expertos
Dubái es uno de los siete emiratos que componen la Federación de los Emiratos Árabes Unidos (EAU). En 1833, ochocientos miembros de la tribu Bani Yas dirigidos por la familia Maktoum se asentaron a la entrada de una cala conocida como Dubai Creek. Este puerto natural convirtió a Dubái rápidamente en un exitoso centro para la pesca, el cultivo de perlas y del comercio en general.
Setenta años más tarde, en los albores del siglo veinte, Dubái era ya un próspero puerto marítimo. El zoco (mercado árabe), situado en la orilla oriental de la cala, era el más grande de su tipo en la costa, con 350 tiendas y un flujo constante de visitantes y hombres de negocios. Por la década de 1930, la población de Dubái había crecido a casi 20 mil ciudadanos, una cuarta parte de los cuales eran expatriados.
Unos años más tarde, en la década de 1950, el puerto comenzó a obstruirse por los sedimentos derivados de la cantidad de barcos que transitaban por el mismo. En un ambicioso plan, el anterior gobernador de Dubái, su alteza real Sheikh Rashid bin Saeed Al Maktoum, decidió dragar el puerto. El resultado fue un aumento dramático en el volumen de carga y comercio en Dubái. En última instancia se estableció el futuro del Emirato como un importante eje comercial para todo Oriente Medio y el centro de exportación más importante de la región.
Cuando se descubrió el petróleo en 1966, Sheikh Rashid destinó los abundantes ingresos provenientes del mismo para desarrollar rápidamente las infraestructuras, incluyendo escuelas, hospitales, carreteras, redes de telecomunicaciones modernas y sistemas de transporte. Realizó también la ampliación de la pista del aeropuerto para que pudiera adaptarse a cualquier tipo de avión y convertir así al aeropuerto internacional de Dubái en uno de los más activos de la historia.
Otro de sus logros más relevantes fue crear el mayor puerto artificial del mundo, construido a las afueras de la ciudad en un lugar conocido como Jebel Ali e incluyendo una zona franca para inversores extranjeros.
La fórmula de Dubái para el desarrollo se hacía evidente a los ojos de todo el mundo: un liderazgo visionario e infraestructuras de alta calidad, un ambiente favorable y seguro para los expatriados, cero impuestos sobre los ingresos personales y corporativos; así como una baja tasa a la importación. Como resultado de todas estas políticas, Dubái se convirtió rápidamente en el centro de negocios y turismo de una región que se extiende desde Egipto hasta el subcontinente indio y de Sudáfrica a los países de la Comunidad de Estados Independientes (CIS).
En la década de 1980 y a principios de 1990, Dubái tomó la decisión estratégica de convertirse en un destino líder para el turismo internacional. Ahora, de hecho, es conocido en todo el mundo por sus hoteles de lujo, arquitectura notable, ocio del más alto nivel y eventos deportivos.
Este ascenso meteórico ha llevado a la ciudad a clasificarse como uno de los principales destinos para la inversión extranjera directa, según ha publicado en varias ocasiones el prestigioso Financial Times.
En 2011, mientras muchos países sufrían ya las secuelas de la crisis financiera mundial, Dubái atrajo inversión extranjera para un total de 273 proyectos por valor de 6,3 billones de dólares y materializó la creación de más de 15.260 nuevos puestos de trabajo.
Dubái es hoy en día el hogar de más de 20.000 compañías internacionales, incluidas las 124 listadas en Fortune 500.
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