La realidad de los españoles expatriados en Alemania es una moneda de doble cara. Por un lado existen continuos procesos de selección y reclutamiento que buscan profesionales en España para trabajar en empresas y hospitales germanos. Por otro, esta expatriación masiva está generando una alarma social en Alemania debido a la nueva oleada de inmigrantes venidos del sur de Europa.
Así se pone de manifiesto en un artículo publicado por la revista alemana Exberliner en el que el periodista español Javier Pérez de la Cruz, residente actualmente en Berlín, analiza el temor de la sociedad germana al ya denominado ”turismo social”. Este término se refiere al supuesto “parasitismo de los ciudadanos de la UE” que pretenden aprovechar las fronteras abiertas para trasladarse a Alemania con el objetivo de beneficiarse de sus programas de ayudas sociales básicas. El reportaje desgrana los detalles de este movimiento migratorio y desmiente la “paranoia” desatada sobre este colectivo.
Aunque no se conoce la cifra exacta de españoles residentes en Alemania, sólo en 2013 cerca de 30.000 ciudadanos emigraron de nuestro país -con un 26% de paro y un 57% de desempleo juvenil- para probar suerte en tierras germanas -donde el promedio nacional es del 5%-. A pesar de que Berlín es la ciudad alemana más conocida, no es el principal destino. La capital tiene una de las tasas de desempleo más altas, con más de un 11% de parados. Esto ha propiciado que ciudades con economías más prósperas y mejores expectativas de empleo, como Renania del Norte-Westfalia (con 35.067 españoles), Baden-Württemberg (20.245) o Hesse (19.456), se conviertan en el nuevo hogar de muchos expatriados, lo que, según el reportaje, rebatiría el mito de marcharse en busca solamente de ayudas.
El eje principal de la polémica por el posible aprovechamiento de ayudas públicas es el programa Arbeitslosengeld II, más conocido como Hartz IV, que concede prestaciones para el pago de alquileres, calefacción, conexión a Internet, gastos de mudanza en caso de cambio de domicilio y subvenciones en el transporte público, entre otras ventajas. Se concede a todo aquel que resida de forma permanente en Alemania, esté en edad de trabajar (entre los 15 y los 67 años) pero no cuente con ingresos suficientes para poder satisfacer sus necesidades principales. Como cualquier ciudadano de la UE debe tener derecho a las mismas condiciones que un ciudadano alemán, todos los expatriados españoles que cumplan con estos requisitos tienen acceso a esa misma ayuda.
Uno de los supuestos para poder denegar la prestación es que los solicitantes hayan llegado a Alemania con el fin de buscar trabajo. Este salvavidas es al que se acoge Alemania para denegar Hartz IV a muchos extranjeros, entre ellos españoles. Pero, como recoge la web BERLIN. WIE BITTE?, “muchos juzgados alemanes han declarado esta decisión como ilegal y han decidido que los comunitarios que vengan a Alemania a buscar trabajo desde el primer día también tienen derecho a las prestaciones.
Pero, ¿realmente hay tantos españoles acogidos a este programa? Las estadísticas oficiales confirman que sólo el 16% de los expatriados españoles recibe la polémica paga social, frente al total de 570.000 de berlineses que la perciben -casi uno de cada cinco-, como recoge el artículo de Pérez de la Cruz. De este porcentaje de beneficiarios españoles, sólo 164 recibieron ayudas complementarias, una cifra que se suma a la recibida por el programa Hartz IV. Sin embargo, el resto de ese 16% de expatriados que recibe la ayuda la compagina con “mini jobs” o trabajos como freelance en los que cobran menos de 450 euros al mes.
La realidad es que, en 2013, sólo uno de cada tres españoles que buscó un futuro en Alemania logró quedarse, mientras que dos optaron por regresar. Aunque cada vez sea más sencillo escuchar hablar en castellano por las calles de Berlín o Múnich y sean más los españoles que logran un futuro en territorio teutón, Alemania está lejos de ser el paraíso social en el que temen estar convirtiéndose, como demuestran los datos del reportaje firmado por Juan Perez de la Cruz.
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