La expatriación de trabajadores españoles se ha multiplicado en los últimos cinco años, como consecuencia de la internacionalización de la empresa española y su entrada en nuevos mercados de exportación, sobre todo fuera de la UE. Esta tendencia ha aumentado la demanda de información y servicios relacionados con el traslado de equipos humanos y, en casos de producción exterior, su incorporación a nuevos regímenes laborales junto con personal local.
La prevención de riesgos laborales se convierte así en un factor clave para alcanzar el éxito en el proceso de internacionalización. Para abordarla hay cinco aspectos que deben considerarse desde los momentos previos al desplazamiento del trabajador al extranjero, según ha detectado Full Audit, consultora fundada en 2001, con una cartera de más de 600 clientes, y especializada en auditorías a nivel internacional en los ámbitos de seguridad y salud laboral, medio ambiente y calidad.
1. SISTEMA DE GESTIÓN CORPORATIVO: Es el modo de hacer que la empresa implantará en su red internacional de centros de trabajo para garantizar unos “niveles estándar y mínimos de protección para sus trabajadores, independientemente del país donde se encuentren”. Los estándares corporativos contribuyen a la creación de una “cultura preventiva”. Los procedimientos corporativos deben ser aplicables a nivel general, pero también deben recoger y adaptarse a la legislación local y las diferencias culturales y lingüísticas de cada sede, según detalla Elena Castro, responsable del Área Internacional de Full Audit y coordinadora de un estudio que condensa la experiencia de seis años de trabajo y auditoría en casi 30 países.
2. IDIOMA: asegurarse de que todas las filiales comprenden el contenido de los procedimientos corporativos es clave. Aunque el inglés suele ser el idioma oficial en las multinacionales, hay que tener en cuenta dificultades como la falta de conocimiento del idioma por todos los colaboradores, o los llamados ‘false friends’, aquellas palabras similares o comunes al castellano pero que tienen un significado muy diferente y hasta negativo en la lengua de destino.
3. CULTURA: Este factor es esencial en todas las áreas de la internacionalización y en ésta también, sobre todo en aspectos como horarios, sensibilización, formas de comunicación, el rol de la mujer o las responsabilidades ante accidentes de trabajo, que tienen muy diferente percepción dependiendo del país, las costumbres y la cultura preventiva de los profesionales. Desde la experiencia de Full Audit, hay que ser consciente de estas diferencias y de las “posibilidades reales” de implantar determinadas medidas en según qué países.
4. LEGISLACIÓN: Directivas, normativas y grados de obligación/cobertura varían por doquier tanto dentro como fuera de la UE. España tiene un altísimo nivel de exigencia normativa y, por lo tanto es un buen punto de partida, pero el marco es diferente en cada país y hay que considerarlo al establecer y aplicar la política corporativa.
5. AUDITORÍA: Es determinante para el éxito de un sistema de seguridad y salud laboral. La medición de resultados es fundamental para evaluar el nivel de implantación del sistema de gestión corporativo y su eficacia en cada centro y para aplicar mejoras y aprovechar sinergias en el proceso. Un aspecto clave para una buena auditoría es el equipo de auditores, que, según Full Audit, debe ser estable para garantizar la aplicación de un criterio homogéneo en los diferentes centros y países.
Estas cinco claves son inherentes a todo el proceso de internacionalización pero su aplicación varía en las tres fases: exportación, instalación de filiales de venta y apertura de un centro productivo/de servicios en destino. Estos tres estadios de la internacionalización presentan diferentes necesidades a nivel de seguridad y salud laboral, ya que en un primer momento se parte del desplazamiento de trabajadores “de forma temporal y puntual”, se evoluciona a la contratación en destino y el aumento de la plantilla expatriada y, en la última etapa la característica principal es un alto volumen de contratación, el traslado de equipos técnicos y directivos y el sometimiento a auditorías de seguridad y salud laboral internacionales.
Como es lógico, cada etapa implica unos retos y exigencias concretos, pero estos deben abordarse desde la génesis del plan de internacionalización e incorporarse a la valoración de la entrada en cada nuevo mercado en términos de costes, recursos y obligaciones.
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