Por Victoria Valbuena, autor de Mirando al Mundo y colaborador de nuestro panel de expertos
En el artículo anterior os contaba muchas de las razones por las que la economía americana es un destino muy deseable para muchas empresas. Pero, como todo en esta vida, nada es perfecto, y tenemos que ser conscientes de los obstáculos que nos encontraremos por el camino para ir preparados y superarlos. Ya sabéis lo que dicen por ahí: “Espera lo mejor, pero prepárate para lo peor.”
Recordaréis que habíamos visto cómo, a pesar de que la Unión Europea y Estados Unidos aún no han firmado un Tratado de Libre Comercio, las barreras arancelarias a los productos procedentes de la UE son prácticamente inexistentes. Pero otra cosa es cuando tenemos en cuenta las barreras no arancelarias.
Barreras no arancelarias nos podemos encontrar muchísimas. A pesar de que Estados Unidos presume de ser una economía totalmente abierta, la realidad muestra otra cosa. La cantidad de permisos y adaptaciones que hay que hacer a los productos procedentes de otros países nos indica que realmente están protegiendo con uñas y dientes los productos americanos. Ejemplos de esto son las normas de etiquetado de los productos, muy estrictas. También los permisos necesarios para la introducción de productos alimentarios, médicos y cosméticos, que tienen que pasar por el filtro de la famosa FDA (Food and Drug Administration, la Administración para Alimentos y Medicamentos). Ojo con los aditivos (colorantes y conservantes) que lleven nuestros productos. Lo que es legal en Europa no tiene por qué serlo en Estados Unidos.
En mi opinión, la máxima expresión de este proteccionismo creo que es la política “Buy America(n)” que tiene ahora mismo el gobierno americano. A día de hoy, siguiendo esta política, ninguna de las administraciones americanas comprará productos o servicios que no hayan sido producidos en suelo americano. Como veis, esto limita muchísimo la entrada para ciertos sectores, que tendrán que implantarse directamente en el país si quieren optar a licitaciones públicas.
Para hacernos una idea de las barreras comerciales con las que nos podemos encontrar, el Ministerio de Economía y Competitividad tiene a disposición de quien quiera consultarlo un listado por países con las principales barreras que se encontrarán las empresas para acceder al mercado seleccionado. El listado lo podéis encontrar en la página www.barrerascomerciales.es.
También tenemos que prestar una especial atención a la legislación. No debemos olvidarnos que los EE.UU. es una república federal constitucional compuesta por 50 distintos estados. Esto implica que, además de cumplir con la normativa federal común para todos los estados, tenemos que conocer la legislación estatal que corresponda. Esta realidad puede complicar bastante la entrada a este país, haciendo imprescindible la elección apropiada del punto de entrada.
Si a todo esto le añadimos el desigual reparto de la riqueza, la diversidad sociocultural y etnográfica, la distinta densidad geográfica que nos encontramos en el territorio, nos hacemos una pequeña idea de que no es oro todo lo que reluce.
El mercado de los Estados Unidos ofrece muchísimas oportunidades a las empresas españolas. Pero la entrada no es ningún camino de rosas y deberemos estudiar con detenimiento si este mercado es el más idóneo para nuestra empresa o no. A pesar de todos los puntos negros que puedan existir en la entrada a este mercado, ciertos sectores tienen más garantías de éxito a medio-largo plazo. Pero eso lo dejo para el siguiente artículo.
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