Por Natalia Pérez de Herrasti, de CulturaInvisible, una web especializada en Com.Intercultural
¿Lo primero que más te agobia a la hora de irte a Alemania es buscar alojamiento? Quizá esa ansiedad disminuya si quienes viven en Alemania desde hace 20 años y se han mudado ya unas cuantas veces te cuentan cómo se suele hacer y cómo funciona el mercado inmobiliario alemán. Aquí van 5 estrategias.
1. No pensar que uno va a alquilar de entrada el piso definitivo e ideal donde se va a quedar un montón de años. Si ocurre ¡enhorabuena! Te ha tocado la lotería. Pero no conozco a nadie en ese caso. Todos nos hemos mudado unas cuantas veces. Incluidos los estudiantes alemanes durante sus estudios. El primer piso es sólo un punto de partida desde el que buscar con más experiencia, conocimiento de la ciudad, tiempo, contactos y tranquilidad.
2. Alquilar para empezar algo amueblado. En Alemania hay miles de mini pisos “amueblados” por lo general con una serie de tablas que hacen las funciones principales en una casa. Así son las que pertenecen a bloques de pisos de una misma inmobiliaria. Los que pertenecen a un particular son más personales, cuidados y acogedores, mucho más si el dueño ha vivido en ellos.
3. Plantearse la posibilidad de vivir en una WG. (Wohngemeinschaft o piso compartido. Se pronuncia “Vegué”) Uno alquila el dormitorio y comparte espacios comunes: cocina, baño, a veces salón. Muchos temas prácticos ya han sido resueltos por los que viven allí (contrato de la electricidad, teléfono, internet etc.) Si los compis son majetes hay alguien con quien hablar, a quien preguntar las mil interrogantes que se le plantean a un extranjero recién llegado… Con un poco de suerte encontraréis estudiantes de español que están deseando tener un compañero/a de piso con quien practicar. Cuando en el anuncio dice “keine Zweck WG” significa que quienes fundaron la WG buscan una especie de comunidad familiar donde se haga vida en común. No se trata sólo de ahorrar dinero y que cada uno haga su vida. Tampoco suelen esperar pasar mucho tiempo juntos. Simplemente tener una relación de amistad.
4. Un Zwischenmiete es una buena opción también. Las personas (frecuentemente estudiantes) que se van una temporada (desde unos meses hasta unos años) al extranjero, suelen alquilar su piso o su habitación en una WG, para ese periodo de tiempo. El piso/habitación suele estar equipado con todo, todito, todo. A veces también lleno de cosas del que se va, pero como uno está recién llegado y ligero de equipaje suele tener suficiente espacio para poner sus cosas. En las páginas de búsqueda de piso suele haber una opción también de WG, y a veces indica que es un Zwischenmiete. Por ejemplo aquí. Si no estás segura de quedarte mucho tiempo esta opción es ideal, ya que no tienes que “kündigen” (rescindir el contrato, avisar al casero de que te vas) 3 meses antes de irte, como es lo habitual.
5. Una mudanza en Alemania es algo rutinario. No conozco a ningún alemán, ni a ningún hispano residente en Alemania, que no se haya mudado al menos dos veces. Aunque sólo tengan 25 años. Por eso hay muchas empresas que alquilan furgonetas para mudanzas. La recoge y conduce el que la alquila. Y los amigos alemanes saben que uno de los momentos en los que hay que demostrar que se es amigo es ese en el que la furgoneta espera al pie de tu casa esperando ser cargada y descargada. A veces se monta una mini fiesta de mudanza: tras mucho subir y bajar escaleras de mucha gente cargada de bultos, se pone fin a la tarea, o se hace una pausa, comiendo unos bocatas y unas cervezas preparadas por los que se mudan. Hay que ser agradecido. También es posible contratar a estudiantes para ayudar en la mudanza. La universidad suele tener un teléfono o dirección de contacto al que uno llama para ofrecer todo tipo de trabajos que suelen ser chapucillas caseras (colgar una lámpara, montar un mueble de IKEA, renovar…) Hay estudiantes que pintan y empapelan tan bien como un profesional. Aconsejo buscar en Google con las palabras “Studentische Jobbörse” y el nombre de la ciudad. Esta es por ejemplo la página de la universidad de Göttingen.
Cuando os dé por quejaros pensad que, pese a todo, tenéis suerte. En el 94 las cifras de paro en España no distaban mucho de las de hoy. Pero cuando nosotros nos fuimos no había Internet, ni redes sociales, ni libros informativos, ni grupos de Facebook, ni todas las facilidades que tenéis hoy para aprender lo que sea desde casa. Así que aprovechadlas y enfrentad la aventura con ilusión.
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